Marisol Rodríguez
Foto:
Héctor Mendoza
La relación entre los seres humanos y
los animales data desde los primeros tiempos de la humanidad. No en
vano se consideró a San Lázaro y a San Miguel Arcángel como los
protectores de los animalitos. Según algunos estudiosos, o creyentes
religiosos, el Hombre, con mayúscula, para referirnos a la especie,
siempre ha necesitado de la compañía de otros seres, mal
considerados inferiores, en los cuales materializar su espíritu
proteccionista.
Es
así que vemos cómo en los últimos años, en muchas sociedades ha
aumentado considerablemente la preocupación por el bienestar animal,
llevando a pensar que tal vez en un futuro no muy lejano el bienestar
se convierta en un aspecto clave de la producción animal.
En
algunos países de la Unión Europea, han adoptado regulaciones como
el transporte y el sacrificio de animales, y están reguladas las
condiciones mínimas de bienestar en los sistemas intensivos de
producción de cerdos, vacuno de carne y gallinas ponedoras. A juicio
de algunos estudiosos, esto podría deberse a la creciente
sensibilidad de los consumidores por el posible sufrimiento de los
animales.
¿Y
cómo relacionamos este bienestar animal con nuestra Revolución
Bolivariana? El 4 de enero de 2010 se promulgó la ley para la
Protección de Fauna Doméstica, Libre y en Cautiverio y a partir de
esta hermosa ley se comienza a debatir sobre si los animales tienen o
no tienen derechos.
He
allí el dilema y el que convoca cada día más voluntades, no solo
en Venezuela, con la creación de la altruista Misión Nevado, sino
alrededor del mundo. Y así como aumentan progresivamente los centros
urbanos, en esa misma proporción crece el interés por el destino de
los animales.
A
escala mundial, cada día surgen nuevos organismos dedicados al tema
del proteccionismo animal, como las Sociedades Protectoras de
Animales, las cuales centran su atención en garantizar condiciones
mínimas o básicas de bienestar a los animales y a evitar los
sufrimientos.
Las Sociedades
Protectoras de Animales, que suele ser su nombre genérico, son
entidades sin fines de lucro cuyo fin principal es ayudar en todo lo
posible al mundo de los animales y el respeto del medio ambiente. Y
más generalmente, se suelen centrar en el mundo de los Animales de
compañía, ello no quiere decir que dejen de lado el resto de
animales que viven en nuestra sociedad.
Un protector de
animales se rige por un principio claro y simple: el respeto a la
dignidad del animal; están en contra de toda acción de maltrato
contra los animales, sea cual sea su motivo; solo entienden el
sacrificio de animales por enfermedad terminal y cuando haya peligro
manifiesto para la sociedad.
Las organizaciones
protectoras de animales basan su actividad alrededor de la acogida de
pequeños animales sin hogar en sus refugios y no acogen animales con
dueño, salvo en casos excepcionales. Y esta práctica no es por
motivos de egoísmo, sino por motivos de recursos. Los refugios
tienen límites físicos de acogida y su capacidad de acogida suele
estar al 100%.
En nuestro país,
el proteccionismo cobra más seguidores, gracias, en buena parte al
impulso que se dispara por las redes sociales. Hoy es muy fácil ver
cómo se suman voluntades en pro del bienestar de los seres que nos
acompañan en este tránsito por el mundo.
No se trata de
hacer denuncias sobre el maltrato animal o hacerle una caricia
eventual a un animalito, el proteccionismo va mucho más allá de una
moda. Es una filosofía de vida.


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