Pedro Gerardo Nieves
La panadería estaba en calma. Iban y venían los cafés en medio de
la modorra de las 2:00 pm. La hora del burro, pensé para mis llaneros
adentros.
De pronto comenzó un sobresalto; todos miraban para fuera como
buscando algo. Algunos se paraban y caminaban hacia la puerta,
pendientes de qué sucedía. ¿Será un atraco?, preguntó una doña con 4
panes campesinos a los que encunaba en su regazo como unos
bebés.
Oído esto mi vocación novelera me venció y, como quien no quiere la
vaina salí al frente de la panadería, un nido de escuálidos donde una
que otra vez había soportado y enfrentado agrios debates.
Afuera había ambulancias, carros de bomberos y unos sudorosos
policías que a duras penas trataban de desviar el tráfico. Algunos
escuálidos, todavía con las banderas que había llevado a sus también
escuálidas marchas, también novelereaban.
-Es que vienen las turbinas, chamo, me respondió un gordo amigo.
-Y son unas vainas gigantes, mamarrúas, que cargan en unos camiones también mamarrúos, agregó.
Estas turbinas mamarrúas que mi amigo aludió eran 6 motores de 286
toneladas de peso cada uno que conforman el corazón mecánico de la
Planta de Generación Eléctrica y estaban siendo trasladados desde Puerto
de Nutrias, donde llegaron por el Río Apure,
hasta el Complejo Industrial Batalla de Santa Inés, ubicado en la
parroquia Torunos, del municipio Barinas.
El ambiente se hizo festivo, de muy buena vibra y tirios y troyanos
se vacilaban la parte con ansiosa expectación. Al fin y al cabo iba a
aparecer una mole gigante, un monstruo bueno que nos daría electricidad y
calidad de vida. Era el progreso que venía
en un camión grandotote, pues.
Por supuesto que los mojoneros llaneros no se hicieron esperar: las
más verosímiles e inverosímiles historias empezaron a ser contadas por
nuestros profesionales de la cotorra, de la labia, de la muela llanera,
que tantos orgullos nos han procurado a los
barineses y a los cuales este humilde servidor se adhiere como aprendiz
de pico e´plata.
-Naguará chamo. Imagínate que el camión es tan grande que tiene
tres pisos y los chamos que los manejan tuvieron que entrenarse un año
en China. Pero para eso tuvieron que aprender a hablar chino primero,
dijo un firifiro de Veguitas.
-No es tanto lo grande que es, sino que fue personalmente Wladimir
Putin el que diseñó esos bichos porque estaba mamao de que los gringos
lo cargaron arriao.
El peo es que nos los vendieron fiaos y eso vale una
busaca e´plata, añadió el cidicero de al
lado de la panadería.
En eso apareció Braca, el chamo del PSUV que le echa bola y hace política mientras vende helados, y dijo con solemnidad:
-Cállense la jeta, bobos. Esos motores son el sueño de Chávez y el
ya los había contratado antes de partir. Recuerden que el Comandante
vino del futuro y podía ver lo que otros no podían ver. Por eso los
terronales de Torunos que antes estaban en manos
de terratenientes y banqueros hoy se pueblan con proyectos industriales
de 7 pares de cojones. Así que si son mamarrúos los motores y los
camiones que los cargan, más mamarrúo todavía es Chávez, que desde el
cielo hace buen gobierno y nos alumbra con su legado.
Todos nos miramos, respetando al revolucionario que habló.
Una hermosa rubia que andaba con su hijito, también rubio, portando una franela de Voluntad Popular dijo bien picada:
-¡Gran vaina! Cuando lleguemos al poder sí se verán muchos de esos.
Pero el hijito catirito, hijo de la Patria al fin, interrumpió a su mamá emocionado:
-¡Mamá, mamá: ahí viene el camionsote. Y arriba viene Chávez!

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