La crisis del
mundo del capital es sistémica porque siempre es más amplia la
brecha entre desarrollo de las fuerzas productivas y la modernización
de las relaciones de producción, hasta el extremo que son atacadas
las mismas relaciones sociales en todos los países de capitalismo
maduro, debido a que estas relaciones entran en un conflicto endémico
destruyendo por primera vez, incluso, la forzada convivencia
patrón-trabajador.
Desde un punto
de vista lógico e ideológico existen alternativas posibles a la
actual competencia global, de manera de superar el modo de
producción capitalista, cada una, con distintos grados de
probabilidades en función de razones técnicas, económicas,
políticas y sociales.
Cabe señalar
que es necesario efectuar elecciones estratégicas de políticas
económicas que operen conjuntamente sobre las emergencias sociales
como aquellas de la salvaguarda del medioambiente. Y en este sentido
la nacionalización
de los sectores estratégicos de las comunicaciones, energía y
transporte, no solo puede ser un justo impulso en la transición
postcapitalista, sino que al mismo tiempo podrá aportar
inmediatamente los recursos para realizar una estrategia de
relanzamiento productivo en breve plazo que permita crear condiciones
de modo que millones de desocupados de la periferia del mundo
capitalista comiencen a producir riqueza social en el menor tiempo
posible.
Y para todo esto
el
control social de las inversiones es imprescindible de manera de
dinamizar la actividad productiva y para orientar el crédito en
función de obtener el máximo desarrollo de las ocupaciones y de la
utilidad social; tales funciones son altamente diferentes de aquellas
que aplica la banca privada que orienta el criterio del máximo
beneficio en el menor tiempo. La nacionalización de la banca es
también un requisito para evitar la fuga de capitales y para
eliminar la dramática e histórica modalidad capitalista de
privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.
La Revolución
Bolivariana liderizada por el Comandante Supremo Hugo Chávez delineó
nuevas formas de economía plural y solidaria a través del
instrumento político de la democracia participativa.
Por esto, una
alternativa global en los países capitalistas es construir con los
movimientos populares programas de eurochavismo aplicado capaces de
redefinir el discurso político sobre la economía a partir de la
planificación socio-económica socialista como único camino hacia
la transición postcapitalista.

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