“Es una estrategia de guerra no convencional en donde el imperio
norteamericano no actúa directamente con tropas, sino que intenta
subvertir el orden en una sociedad mediante la promoción del
enfrentamiento entre sus propios ciudadanos”
Por Luis Dávila
Cuando recientemente Petróleos de Venezuela realizó exitosamente
una operación de canje de bonos para reducir los pagos de deuda en
el año 2016 y liberar recursos para garantizar la operatividad y
crecimiento de una industria golpeada por la caída de los precios
del crudo en los mercados internacionales, uno de los mayores
escollos que encontraron fue la fuerte oposición de diputados de la
Asamblea Nacional, que llegaron incluso a aprobar un acuerdo en donde
rechazaban el canje con la intención de desalentar a los
inversionistas a participar en la propuesta de la petrolera
venezolana. El acuerdo en cuestión fue enviado a todas las embajadas
delegaciones diplomáticas acreditadas en el país, en una insólita
intención de sabotear una operación destinada a mejorar las
perspectivas económicas de todos los venezolanos, pues permitirá
alargar los pagos de deuda de PDVSA.
Para el mayor general de la Aviación, Luis Quintero, rector de la
Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada
Bolivariana, no resultan inexplicables estas acciones. Se trata de un
esquema imperial, probado recientemente en naciones como Libia y
Siria- en donde se sigue un modelo destinado a la destrucción de los
países con la intención de controlar sus recursos naturales. “Es
una estrategia de guerra no convencional en donde el imperio
norteamericano no actúa directamente con tropas, sino que intenta
subvertir el orden en una sociedad mediante la promoción del
enfrentamiento entre sus propios ciudadanos” explica.
Con ese fin
cuenta con agentes locales cuyo trabajo consiste en generar
desórdenes y sabotear todas las actividades del Gobierno,
principalmente las relacionadas con la actividad económica con la
intención de generar un colapso. Desde esta perspectiva, resultaba
útil para una Asamblea que no está alineada con los intereses
nacionales hacer que fracasara la operación planteada por la
petrolera venezolana y complejizar aún más la situación económica,
ya bastante afectada por la reducción de ingresos producto de la
caída que desde hace dos años experimentaron los precios del
petróleo.
Guerra económica
La llamada guerra económica que desde hace ya casi tres años ha
golpeado a toda la población venezolana, es otra vertiente de esta
estrategia imperial que en sus próximas fases propicia
enfrentamientos armadas y, a largo plazo, una guerra civil que
justifique una intervención extranjera y la imposición de un
gobierno títere que entregue a intereses foráneos las mayores
reservas de crudo del mundo, ubicadas en la Faja Petrolífera del
Orinoco, Hugo Chávez Frías. “Ellos saben que allí hay petróleo
para 300 años y necesitan tenerlo bajo su control para sus proyectos
de hegemonía” explica.
La Revolución Bolivariana ha garantizado el control de los recursos
naturales por parte del Estado venezolano con la intención de
utilizarlo para el desarrollo de toda la sociedad. De hecho, en los
últimos 15 años las inversiones sociales llevadas a cabo por el
comandante Hugo Chávez y mantenidas por el presidente Nicolás
Maduro han alcanzado cifras que no tienen comparación con ninguna
nación del mundo. Sólo en la Gran Misión Vivienda Venezuela se han
culminado y entregado, hasta la fecha, 1 millón 160 mil viviendas.
La meta al cierre de 2016 es entregar 1 millón 500 mil y marchar
hacia los 3 millones de viviendas para el año 2019, según expuso
recientemente el presidente Maduro en una Conferencia de la ONU sobre
Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, efectuada en la ciudad de
Quito, Ecuador. De acuerdo con el primer mandatario, la inversión
del Gobierno nacional en 5 años para el logro de esta transformación
urbana es de 95 mil millones de dólares; es decir, cuatro veces las
reservas internacionales de Venezuela. “Es la inversión más
importante que se haya hecho en la historia de nuestro país”,
sostuvo.
Estrategia de destrucción
La intención de las fuerzas imperiales es, entonces, desmontar la
Revolución Bolivariana para retomar el control de los recursos de
Venezuela. Con esa finalidad, explica Quintero, se basa en una
doctrina militar en donde sus fuerzas militares no tienen una
participación activa sino en la promoción del caos en las naciones
que pretende ocupar.
“Se busca generar inconformidad de los ciudadanos con el gobierno y
allí es donde la guerra económica tiene un papel fundamental porque
la idea es responsabilizar al Ejecutivo de la escasez de alimentos de
la cesta básica y generar luego la matriz de la ayuda humanitaria,
que es repetida constantemente por voceros de la derecha”. Esta
etapa busca igualmente generar el colapso económico, para luego
pasar a una fase de enfrentamiento entre los ciudadanos, que
resultará en el germen para la intervención de grupos paramilitares
y, finalmente, una guerra civil. “Fue el guión utilizado contra el
pueblo de Libia y como resultado esa nación en la actualidad está
dividida en tres pedazos con tres gobiernos diferentes y el petróleo
sale de sus puertos sin que nadie lo controle” explica Quintero,
quien sostiene que la unión cívico-militar materializada en los
últimos 15 años ha resultado un fuerte escollo para la ejecución
de estos planes. “Nuestra estrategia debe ser la paz y el diálogo”
asegura.

Publicar un comentario