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Nicolás Maduro ha seguido las lecciones de Chávez, la batalla por el crudo y sus precios, ha sido entonces la batalla por mejorar las condiciones de vida del pueblo

Charles Giuseppi
La semana pasada el presidente de la República arribó al país luego de una apretada agenda por los países del Medio Oriente y Asia, que culminó con una muy breve visita al Estado del vaticano donde fue recibido por su santidad el papa Francisco. La gira “relámpago” como fue reseñada por los medios locales es una estrategia ofensiva que se inscribe en la batalla que los países OPEP, y no OPEP, están librando por recuperar los debilitados precios del crudo en el mercado internacional. Desde el año 2014, los precios del petróleo han venido sufriendo una estrepitosa caída inducida desde el Pentágono con el objetivo de debilitar a sus “rivales”, países cuyas economías dependen en una importante medida de la venta de hidrocarburos y considerados por EE.UU “enemigos” de occidente para sus pretensiones hegemónicas.

La primera parada de la gira fue la remota República de Azerbaiyán, lugar desde el cual Maduro compartió con su homólogo Ilham Aliyev, no solo su interés en estabilizar los precios del crudo, sino la importancia geopolítica que para la república tiene la promoción de acuerdos de cooperación bilateral con países hasta entonces desconocidos. Maduro, al igual que el Comandante Chávez, ha mantenido la idea de diversificar las relaciones bilaterales en un mundo cada día más interconectado y mucho más complejo. El resto de los países visitados por el presidente Maduro fueron Irán, Qatar y Arabia Saudita, todos miembros plenos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y quienes están ganados a la idea de mantener la congelación de la producción para la estabilización de los precios. Si bien estos países comparten con Venezuela una posición clara en torno a los mercados petroleros actuales, a la necesidad de fortalecer los precios como estrategias de desarrollo para el impulso de sus economías, no significa esto que sus intereses geoestratégicos de mediano y largo plazo encuentren puntos comunes. 
 
Si bien no es un fenómeno nuevo que los precios del petróleo sufran alteraciones por determinadas circunstancias geopolíticas coyunturales como el golpe de Estado en Irán en 1953, el embargo petrolero de los países OPEP a Israel y a EE.UU y sus aliados al término de la guerra del Yom Kipur en 1973, o la operación “Tormenta del Desierto”, mejor conocida como la I guerra del golfo contra Irak, en este caso en particular, la caída de los precios en los mercados internacionales se debe a una acción estratégica inducida y programada desde Washington para aniquilar literalmente lo que EE.UU considera sus adversarios reales o potenciales, actores que puedan poner en juego el carácter global de su pretendida hegemonía. Incluso una caída de los precios no solo busca dinamitar el poder de negociación internacional de los países OPEP, sino sobre todo limitar el espectro de acción de su principal adversario en el terreno global actual, la Federación Rusa, país que si bien no es un miembro OPEP, si es un importante exportador de petróleo y buena parte de su economía depende de este recurso.
Chávez comprendió rápidamente que subir los precios del petróleo era una tarea urgente y un requisito indispensable para echar a andar la revolución bolivariana”

El golpe a los precios internacionales del crudo era una estrategia previsible en la envestida de EE.UU contra los países productores. Entre estos países encontramos un eje estratégico compuesto por Rusia e Irán en Eurasia, y el eje latinoamericano representado por Ecuador y Venezuela, países que tiene en común ser miembros OPEP a excepción de Rusia, pero que también tienen en común ser países donde sus formas de gobierno, sus políticas sociales, sus perspectivas de desarrollo y su visión multipolar de las relaciones internacionales, ponen en serio cuestionamiento la propuesta hegemónica de EE.UU y sus aliados occidentales. 

En el caso particular de Venezuela todos hemos sufrido las terribles consecuencias de la caída de los precios internacionales que desde 2014 afectan muy seriamente la economía nacional. Debilitando las economías de los países productores y exportadores, se golpea seriamente el desarrollo de sus propuestas de cambio, al tiempo que se presiona en lo interno para lograr cambios de gobierno que traigan a títeres perfectamente alineados con los intereses del imperio norteamericano. 
 
La gira del presidente Maduro constituye un esfuerzo mayor en la batalla internacional por el mantenimiento de los precios del petróleo. Esta gira no está desconectada, por supuesto, de las negociaciones que se iniciaron hace algunas semanas atrás en el seno de los países de la OPEP, donde se acordaba congelar la producción para impulsar los precios al alza. En ese momento varios países del golfo, incluida Arabia Saudita, mayor productor de crudo del mundo, acordaron frenar y congelar la producción, a esta propuesta se sumó estratégicamente Rusia, y aunque modestas, las acciones dieron resultados concretos; el petróleo alcanzó su mayor alza 52 $Barril, desde que comenzara la crisis de los precios en 2014. El Comandante Chávez, líder de excepcionales cualidades, no solo destacaba por su abrumador carisma, sino por el agudo olfato geopolítico que le permitía emprender acciones de trascendencia global. Apenas con algunos meses en el poder, Chávez comprendió rápidamente que subir los precios del petróleo era una tarea urgente y un requisito indispensable para echar a andar la revolución bolivariana. La estrategia resultó, los altos precios permitieron al Estado levantar proyectos de gran envergadura como las misiones sociales. Nicolás Maduro ha seguido las lecciones de su mentor, la batalla por el crudo y sus precios, ha sido entonces la batalla por mejorar las condiciones de vida del pueblo.


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