Clodovaldo
Hernández
Momento
1: Nos se vistan que no vanEn el
calendario político nacional se había venido aclarando, con la
fijación de varias fechas clave. Sin embargo, hechos de última hora
han cambiado el panorama y han arrojado algunos “momentos de la
verdad” al ámbito de las incógnitas. En todo caso, tanto las
pautas que ya son claras, como las que no, resultan retos muy
exigentes para la Revolución.
El
primero de esos momentos de la verdad iba a ocurrir esta semana. Era
la triple jornada de recolección de firmas y huellas de los
electores que apoyan un referendo revocatorio contra el presidente
Nicolás Maduro. Ya no lo será (al menos no esta semana) por las
decisiones judiciales ya conocidas. En todo caso, cuando esa consulta
ocurra será un momento de la verdad, porque constituirá una especie
de preludio de una eventual confrontación electoral nacional. Los
datos que arroje esa medición de fuerzas darán señales muy claras
de dónde estamos parados a estas alturas del juego.
Por
cierto, la suspensión en sí misma ha sido también un momento de la
verdad, pero para la dirigencia opositora. De acuerdo con sus propias
advertencias (¿o habrán sido amenazas?), si algo interfería la
recolección de firmas y huellas, ardería Troya, pero, hasta el
viernes, sólo habían ardido las redes sociales y los medios
escuálidos. Otra prueba de que los promotores de la convocatoria
pasan por una de sus épocas de menor apoyo popular, lo que es
bastante decir, pues ninguno de ellos ha sido nunca un ídolo de las
masas.
Momento
2: ¿Volver a Santa Inés?
Los
errores y omisiones de la MUD permitieron que un todavía hipotético
referendo revocatorio sólo pueda realizarse después del 10 de
enero, es decir, ya en el cuarto año del período presidencial
2013-2019. Esa fecha marca un límite muy concreto en cuanto a los
resultados que puede generar la consulta al electorado. Si el
presidente Maduro fuese revocado entonces, no habrá elecciones
presidenciales inmediatas, sino que el sexenio será finalizado por
la persona a cargo de la vicepresidencia ejecutiva de la República.
Para muchos bolivarianos, eso ya es una especie de victoria, pues el
gobierno revolucionario, en caso de perder las elecciones de 2018,
concluiría en enero de 2019, y no antes.
Pero
no hay que engañarse: alcanzar esa especie de tabla de salvación no
implica que la debilidad estructural de la Revolución se ha
superado. Por lo tanto, es apenas un consuelo, si a ver vamos.
En
el supuesto de que se realice el referendo, la Revolución tiene que
hacer sus mejores esfuerzos para ganarlo, no sólo por defender el
liderazgo del presidente Maduro, sino también porque un gobierno
delegado en el vicepresidente y con una oposición nacional e
internacional como la que tenemos, sería como navegar durante dos
años con un barco que tuviera un boquete apenas por encima de la
línea de flotación.
Bajo
esa hipótesis, 2017 tendría que ser, primero que nada, el espacio
temporal para una nueva batalla de Santa Inés, como la que ganó el
comandante Chávez en 2004, tras haber superado un golpe de Estado y
un paro petrolero y patronal. Pero, claro, sin él.
Momento
3: elecciones regionales
Al
margen de lo que ocurra con el referendo, a finales del primer
semestre de 2017 habrá elecciones regionales, lo que significa que
será ocasión para una medición voto a voto entre gobierno y
oposición en cada uno de los estados del país.
Nadie
dudará de que esa será una hora de la verdad, tanto para el
gobierno y el movimiento revolucionario en su escala nacional, como
para los mandatarios regionales chavistas actualmente en funciones. Y
también para las dirigencias de los tres estados donde gobierna la
derecha (Miranda, Lara y Amazonas).
Cada
gobernación perdida será una fortaleza adicional para el poder
político de la derecha y su potencial conversión en plaza para la
conspiración contra el gobierno central, especialmente en aquellos
casos en los que tomen el control los partidos y dirigentes del ala
pirómana de la MUD.
Sea
en el escenario de un referendo revocatorio o sin él, las elecciones
regionales de mediados de 2017 serán un momento definitorio para el
futuro político inmediato.
Momento
4: elecciones municipales
El
calendario previsto hasta ahora por el Poder Electoral finaliza con
las elecciones municipales a finales de 2017. Naturalmente que, al
estar en esta última posición dentro del cronograma, los comicios
locales serán muy influidos por lo que ocurra en los momentos
electorales anteriores, es decir, en las regionales y, eventualmente,
en el referendo. Sin embargo, son elecciones con su propia naturaleza
y sus resultados, a su vez, pueden influir notablemente en el plano
nacional, ya en 2018.
Baste
reflexionar lo importante que ha sido para la Revolución mantener el
control de la alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador
(Caracas) desde el punto de vista del mantenimiento del orden público
en la capital del país, como contención a las pretensiones
conspirativas de las fuerzas de la derecha, especialmente a partir de
2014. Situaciones similares se repiten en otras importantes
localidades del país, demostrando que las municipales serán también
un momento de la verdad. ¿Estamos preparados?

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