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Por Gustavo Villapol
Desde el triunfo del presidente Nicolás Maduro, el 14 de Abril del 2013, se desató sobre el proceso que lideraba el Comandante Hugo Chávez, una campaña político, militar y comunicacional, direccionada a derrotar por cualquiera de estas vías a la Revolución Bolivariana. Quienes lo intentaron infructuosamente contra el Comandante, vieron en su desaparición física una oportunidad para revertir el proceso social y de cambios que éste construyó.

El primer llamado lo hizo el candidato derrotado Capriles Radonski al llamar a la violencia en las calles, desconociendo los resultados electorales, esto trajo consigo, once muertes de las cuales dos fueron menores de edad.

Derrotada esta pretensión golpista, comenzó una “guerra a muerte” contra la economía venezolana, desde Miami, Cúcuta y sectores venezolanos, se organizaron mafias financiadas por la red de clientelismo que posee el gobierno de los EE.UU, para devaluar la moneda nacional y comenzar un proceso de desangre de los productos de consumo para todas las venezolanas y los venezolanos, esto acompañado de una campaña mediática de nuevo tipo, generada desde las redes sociales y ensayando una vez más los manuales de Golpe Suave, creados por Gene Sharp.

A pesar de todo esto, el gobierno revolucionario junto al partido se fue a la calle con el pueblo y enfrentó unas elecciones de alcaldes, en las cuales se pretendió hacer un plebiscito contra el presidente Maduro, el cual ganó con más de un millón quinientos mil votos por encima de la oposición, el chavismo derrotó este nuevo intento de desestabilización.

Sin descanso, el año 2014 fue el escenario del mayor momento de conspiración y ataque descarnado contra Venezuela, desde las guarimbas y el llamado a “La Salida”, realizado por Leopoldo López, María Machado Zuluaga y Antonio Ledezma que dejó un saldo de 43 asesinados, hasta la arremetida de lo que el presidente Maduro ha llamado la “Guerra Económica”.

Para la comprensión real de nuestra militancia y pueblo sobre esta guerra económica, desde Cuatro F organizamos algunos argumentos para comprenderla y combatirla en la calle y en cualquier escenario:

La guerra anónima:

Según el psicólogo, Heriberto González, la guerra económica no tiene rostros visibles, no hay voceros en medios llamando a atacar la economía ni a esconder los productos, esto hace que la mujer y el hombre de a pie observe solo un bando en la batalla y apunte sus críticas y molestias hacia el. Por ello, es indispensable visibilizar el esfuerzo del gobierno bolivariano a diario en esta batalla y generar redes de contraloría e inteligencia social que identifique en todos los rincones del país, a los rostros, medios y empresas que atacan la economía venezolana.

El ataque internacional:

Declaraciones públicas del presidente de EE.UU Barack Obama, expresan la importancia para los intereses del imperio de derrotar económicamente a Rusia, China, Irán y Venezuela, ya que son la fuente fundamental para la reducción de los precios del petróleo, a través de la práctica de fracking para su extracción, presiones políticas o militares a países del Oriente Medio productores de petróleo y leyes que sancionan a nuestra patria, en las cuales se aprueba de manera descarada el financiamiento a sectores de la oposición venezolana y a medios de comunicación y electrónicos como “Dollar Today” y otras, que son parte del proceso de desestabilización permanente contra nuestra moneda, y angustia de la población.

Empresas parasitarias:

Grupos económicos nacidos por financiamiento del Estado, en la cuarta o en la quinta república y abierta o veladamente en contra de los intereses del pueblo y la revolución, expresan la necesidad permanente de importar productos del exterior con los dólares del pueblo y luego los desvían y los usan para su enriquecimiento personal o para financiar la conspiración.

Usura:

Es una práctica de ganancia excesiva de un bien o mercancía por parte de sus productores, busca maximizar sus ganancias mediante el aumento de los precios y en su connotación política desestabilizar para provocar el cambio de “régimen”.
Acaparamiento:

Es una práctica monopolista de almacenar productos que consumimos todas y todos los venezolanos. Históricamente ha tenido como objetivo la restricción de la oferta para aumentar la demanda, y así poder aumentar los precios de un producto determinado, pero en el marco de la guerra económica tiene profundas implicaciones políticas y busca el descontento de la población en contra del gobierno bolivariano.

Especulación:

Es simplemente la compra de bienes para su posterior reventa, quien compra el producto no lo usa, simplemente lo revende a un precio exorbitante, por encima de cualquier regulación. Este está vinculado a la cultura rentística de la extracción fácil de ganancias sin el mayor esfuerzo, cultura diametralmente opuesta a los intereses de la revolución bolivariana y al proyecto dibujado por el Comandante Hugo Chávez.

Inflación:

Todas las prácticas descritas anteriormente son causantes de esta. La incesante campaña psicológica contra el pueblo venezolano genera compras nerviosas, las cuales exigen del mercado mayor cantidad de productos del que oferta, el ataque nacional e internacional a la moneda, el exceso de demanda y la dificultad para conseguir productos, genera el aumento y lo transforma en un factor importantísimo a derrotar dentro de este combate de modelos de sociedad.

Contrabando y bachaqueo:
Esta práctica en Venezuela, a diferencia de otros países, es de extracción. Está vinculado a dos factores fundamentales, a grandes distribuidoras y empresas que buscan maximizar sus ganancias y a la vez negarle los productos al pueblo venezolano, promoviendo el descontento equivocadamente contra la revolución bolivariana y no contra sus causantes fundamentales.
La segunda es producto de la primera, y es nuevamente la cultura rentística y de ganancia fácil que los sectores dominantes han impuesto, la cual hace que sectores populares y medios de la población realicen esta práctica en búsqueda de la ganancia fácil, a costa de las necesidades de consumo de su propio pueblo.



Se destapa la olla de la conspiración
La empresa de distribución Herrera, C.A., cuyos depósitos en Maracaibo (en el occidental estado Zulia) fueron intervenidos por el gobierno venezolano con más de 1 mil toneladas de alimentos y productos de higiene personal acaparadas, está vinculada en forma directa con una compañía domiciliada en Barbados y representada por una activista del partido de derecha Voluntad Popular.
Se trata de la firma Diamante Trading Investments LTD, inscrita en Barbados (Islas Vírgenes Británicas) bajo el No. 489.356, en fecha 2 de abril de 2002, y representada por Peggy Carolina Ordaz Quijada, una mujer de 39 años de edad, dirigente del partido de Leopoldo López en el estado Anzoátegui, en el oriente del país, según consta en el registro de postulaciones para las elecciones internas de la agrupación en el año 2011.
Herrera, C.A., controla la distribución exclusiva en ocho estados de la nación sudamericana de los productos y marcas de las multinacionales de alimentos  Kellog's, Nestlé, General Mills (jamón endiablado y enlatados) y de la venezolana Avelcasa (conservas de pescado), según lo reseña la propia página web de la compañía. También maneja con el mismo carácter de exclusividad la venta de los productos de higiene personal elaborados por Procter & Gamble (jabón, detergente, pañales y toallas femeninas) y Pfizer (aseo bucal y cremas corporales). Otras marcas y productos que tiene a su cargo son los aceites comestibles Oleica y Portumesa (Concho Quijada), leches Campestre y Colanta, azúcar La Pastoreña, granos La Lucha, condimentos Macarena y el español aceite de oliva El Gallo.

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