Pata derecha
Clodovaldo Hernández
El esfuerzo
realizado para poner en marcha el diálogo gobierno-oposición ha demostrado de
manera científica que la Mesa de la Unidad Democrática tiene tres patas
derechas y una torcida.
No vayan a creer
que las tres “derechas” es porque están rectas y verticales. Es otro tipo de
derechura: una de ellas es de derecha propiamente dicha; la otra es de
ultraderecha; y la tercera, de recontraultraderecha. La torcida es una que
quiso estar tan a la derecha de la derecha que quedó como un garabato.
Pata derecha
Los integrantes de esta pata se declaran constitucionalistas e institucionales.
Los hay de la vieja y de la nueva guardia. Los de la vieja guardia rememoran
nostálgicos los días de la IV República cuando, supuestamente, todos éramos
felices y nuestras únicas discusiones eran respecto a qué equipo era mejor
entre Caracas y Magallanes o qué orquesta era la más popular, entre Billo´s
Caracas Boys y Los Melódicos. Los de la nueva guardia, en tanto, tratan de
mirar siempre hacia fuera y por eso nos proponen convertirnos en un país en
vías de modernización, como la Argentina de Macri, o que nos volvamos
democráticos, como el Brasil de Temer.
En lo que
respecta al diálogo, la pata derecha propiamente dicha se ha sumado,
demostrando cierto estilo, hasta el punto de que le suspendieron la pena de
destierro a Timoteo Zambrano, un socialdemócrata distinguido y diplomático.
Para justificar
esa actitud, que la mayor parte de la militancia (disociada y obstinada)
considera una traición, la gente de la pata derecha-derecha ha buscado la
absolución católica: “el Vaticano no pidió dialogar”, expresan, como si se los
hubiera pedido “Dios en persona”, valga la herejía.
Pata ultraderecha
Un poco más allá
de la pata derecha se encuentra la ultraderecha. Están tan cerca que algunos
dirigentes pasan un rato en un lado y otro rato en el otro.
Estos han llegado
al diálogo declarando solemnemente que no creen que tal cosa exista. Varios, al
verse acorralados por la realidad política de un encuentro con el sector
gubernamental, se declararon ignorantes de las negociaciones previas.
Prefirieron quedar como pobres individuos a cuyas espaldas se fraguan acuerdos
(¡vaya líderes estos!) que admitir su responsabilidad en el asunto.
Los miembros de
la pata ultraderecha no pensaban sumarse al diálogo ni que se los pidiera Dios
(quiero decir, su vicario en la Tierra: el Papa), pero lo hicieron porque se
los pidió el Imperio. Lacayismo obliga.
Para no lucir
blandengues, han optado por dar ultimátum en cada rueda de prensa que hacen; en
cada tuit que mandan; en cada selfi-entrevista que se hacen por Periscope.
“Nicolás, te damos hasta el 11 o vamos a Miraflores”, dicen con aires de Darth
Vader.
Pata recontraultraderecha
Más que pata es una patota. Está más cerca de la pata torcida que de las otras
dos derechas, de las que se diferencian en que no pretenden sostener la coba de
que son dialogantes. Algunos emiten mensajes cargados de violencia, amparándose
en la inmunidad parlamentaria que tienen. Otros (y otras) lo hacen
parapeteándose en la inmunidad que creen tener por pertenecer a una familia
oligarca.
Afirman que el
diálogo no es posible porque vivimos en una dictadura y piden el apoyo de las
grandes democracias del mundo (como Estados Unidos y los países europeos). Pero
si vivieran en una de esas naciones “libres” y dijeran lo mismo que dicen acá y
si hicieran un 10% de las cosas que han hecho acá, hace tiempo que estarían en
chirona, vestidos de anaranjado y quién sabe si en situación de privación
sensorial.
Pata torcida
De este sector
forman parte los dueños de varios importantes medios de comunicación, así como
muchos autoexiliados y prófugos de la justicia. Lo completan los escribidores
de comentarios en páginas web de grandes medios y en redes sociales, esos a los
que cierto dirigente de la misma MUD ha llamado “los empantuflados”.
Si usted lee los
diarios, oye las radios, ve las televisoras o navega en las páginas web
pertenecientes a la pata torcida tendrá la impresión de que los encuentros
gobierno-oposición nunca han ocurrido, que son un invento del rrrégimen con la
complicidad de líderes guabinosos de la oposición. Por el contrario, tenderá a
pensar que el diálogo está cada vez más lejos.
La pata torcida
apuesta al fracaso de este nuevo intento de conciliación. Son de la misma
cuerda que hizo campaña contra los acuerdos de paz en Colombia. Dígame usted si
no son, moralmente hablando, un verdadero garabato.

Publicar un comentario