Ads (728x90)


Charles Giuseppi

El pasado domingo 6 de noviembre Daniel Ortega Saavedra del Frente Sandinista (FSLN) fue electo por tercera vez consecutiva presidente de Nicaragua con un 71% de los votos, muy por encima de sus oponentes, Máximo Rodríguez del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) 14% y Pedro Reyes Vallejo, del Partido Liberal Independiente (PLI) 6%, ambos conservadores y ambos herederos del somocismo. La campaña mediática internacional para desprestigiar la elección de Ortega no se hizo esperar, desde los principales medios estadounidenses hasta las cadenas europeas fustigaron fervientemente la contienda electoral nicaragüense, algunos la tildaron de “fraudulenta”, otros en cambio la denominaron “ilegal” bajo el escueto argumento que el sandinismo no tenía una oposición real.
Como era de esperarse, la reelección del sandinismo en Nicaragua fue duramente criticada por los países “desarrollados”, esos que hacen la guerra por doquier, los amos del mundo. Por su parte, EE.UU declaró que estaba “muy preocupado” porque las elecciones no fueron “libres y justas”, como tampoco lo fue la cruenta guerra civil que tuvo que enfrentar el país desde la ascensión del sandinismo en 1979 hasta su derrota electoral en 1990, promovida literalmente por el Departamento de Estado norteamericano mediante mercenarios y asesinos conocidos como los “contra”.

Ese fenómeno militar inoculado directamente desde Washington, tuvo variables económicas y sociales y, sumado a la inexperiencia de los sandinistas en el poder terminaron erosionando la credibilidad del movimiento que condujo a su fracaso en los albores de la época neoliberal de los años noventa.

Aunque Daniel Ortega tuvo la suerte combatir al lado de hombres como Tomás Borge y Carlos Fonseca, líderes indiscutibles de la insurgencia armada centroamericana, y de asumir la presidencia provisto de esa legitimidad de origen que caracteriza a los combatiente guerrilleros cuando asaltan el poder a los dictadores, ello no le sirvió lo suficiente para mantenerlo y consolidar la revolución en sus inicios. Hoy en día, las cosas son sustancialmente diferentes, Ortega es una de las pocas personas que mejor conozca cómo se hace la política en el país centroamericano. Empero, esta es su tercera elección consecutiva, y aquella donde mayor número de votos obtuvo. Esto, lejos de explicarse por una “manipulación” del proceso tiene otras razones de fondo que muy a pesar de las opiniones foráneas, fue lo que realmente determinó el triunfo del excombatiente sandinista.

La Nicaragua de hoy 

El país que reeligió a Ortega el pasado domingo ya no es el mismo de la guerra de los 80’, hoy en día su calidad de vida ha aumentado sustancialmente. Una de las primeras medidas del sandinismo y que se perpetuaron luego de la primera reelección de Ortega en 2006, fue la gratuidad de la educación, sin olvidar que desde principios de los 80’ la llamada Cruzada Nacional de Alfa betización sacó al país del analfabetismo crónico en el que estaba sumergido de casi 60%, hoy en día apenas alcanza el 7%, logro reconocido por la UNESCO mediante el otorgamiento de la medalla Nadezhda Krúpskaya, galardón previsto por la institución para estos fines. Esto sin dejar de mencionar la importante reforma del sistema de salud pública que prevé la gratuidad de medicamentos en ciertos centros de salud y garantiza el acceso a los ciudadanos de menores ingresos.

En materia de inversión social, incluso si Nicaragua no detenta un PIB muy elevado, ha logrado indicadores muy favorables, el país que se encuentra en el epicentro de uno de los lugares más violentos del mundo; Centroamérica, sin embargo, es considerado por el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) como el más seguro de la región y de Iberoamérica con una tasa de 7 homicidios por cada 100.000 habitantes, esto fue un logro indiscutible de la revolución sandinista que incluso sus más acérrimos detractores han tenido que reconocer.

Además de la importante inversión social, Nicaragua mejoró ampliamente su calidad de vida con la introducción de plantas termoeléctricas instaladas por Petróleos de Venezuela mediante el Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe, estás plantas proveen de electricidad a amplios sectores del país que padecieron durante décadas la terrible situación de los apagones afectando a poblaciones enteras, centros de salud, centros educativos, comerciales entre otros. Estas plantas funcionan con diésel suministrado por la hermana Venezuela, quizá por esa razón, la plaza central de una de sus principales avenidas en la ciudad capital de Managua lleva el nombre del comandante Hugo Chávez.

Más que rebuscar en las trilladas declaraciones de la hegemonía mundial liderada por EE.UU y sus aliados en la OTAN, las razones por las que el pueblo nicaragüense le dio nuevamente su voto al comandante sandinista deben encontrarse en las políticas sociales del sandinismo, en la estabilidad económica y social del país gracias al incansable esfuerzo del programa revolucionario llevado adelante por el FSLN y de su líder Daniel Ortega. Hoy más que nunca el pueblo de Sandino como el de Bolívar, siguen luchando por construir la patria grande, la patria latinoamericana.•

Publicar un comentario