Pedro Gerardo Nieves
En el llano, además de las reales y verídicas carreras de
burros con las que Chávez indagaba a Wilmar Castro, solemos emplear el término
que denomina dicha carrera para referirnos a las competencias entre
rivales de poca monta, bajos méritos o menguadas capacidades. Y esta vez
nos referiremos, con la venia y el perdón de nuestros queridos y trabajadores
jumentos llaneros, a la carrera presidencial de los Estados Unidos de
Norteamérica.
La náusea que siente el mundo frente a los dos malísimos
candidatos que lideran los sondeos en el país norteño es, sin lugar a dudas,
compartida por el electorado estadounidense que hoy más que nunca está mirando
para todos lados, como perro en patio e´bolas que lucha con denuedo para no ser
impactado por una pesada y mortal esférica.
Ya se sabe con suficiencia que, gane quien gane, la vaina
continuará igual y que las promesa de cambio y esperanza que hizo el primer
blanco disfrazado de negro que llega a la presidencia de ese país, Barak
Hussein Obama, son pura paja y gamelote; que los eslóganes y promesas no
aguantan más retuits y robots informatizados porque la gente está más ladillada
que una pulga en un peluche
Los sondeos de opinión producto de las firmas encuestadoras
también desacreditadas, refieren que ninguno de los 2 desabridos candidatos
sube para nada, que la apatía es general y que peligrosamente los extremismos
puedan tomar la vanguardia en la nación cuya clase política es la más
extremista e hipócrita del mundo.
De hecho los machetólogos afirman que ambos candidatos
pelean no sólo por ganar las elecciones, sino que también tienen un arduo
combate por ver cuál de los dos es más despreciado por su gente. Así, ambos
muerden el 60% de impopularidad, y siguen subiendo en este dudoso renglón.
Este penoso estado, que augura una nada democrática elección
tiene que ver, entre muchos otros factores, con que sólo el 18% de los
votantes de ambos partidos participaron en las elecciones primarias demócratas
o republicanas para validar el “sistema democrático” más antidemocrático y
elitesco de Occidente. Y sólo la mitad de este 18% votó por los candidatos
electos: el resto, mamado de cobas, se decantó por otras opciones plenas de
novedad y algunas hasta con frescura que tenían el defecto de carecer
de opción de poder alguna.
Y no es para menos. La abulia, desmotivación o ira de los
votantes norteamericanos se acrecienta por la catadura intelectual, moral y
política de ambos candidatos: la dama, Hillary Clinton, devenida en política
por parentesco matrimonial y que no ha dudado en convertirse en la más
conservadora de los demócratas, siempre ha estado presta para masacrar gente en
todo el mundo. De hecho su Presidente y ella misma como jefa del Departamento
de Estado tienen entre sus “laureles” invasiones, asesinatos, conspiraciones y
golpes de Estado urbi et orbi.
El otro, Donald Trump, un atorrante y baboso millonario
de bajo nivel cultural que deviene en superestrella televisiva a punta de
dólares machacantes, inteligentemente se ha hecho vocero de los brutos,
racistas, homófobos y xenófobos. Unas joyitas los 2.
Por eso en su salas de brainstorming a algún somnoliento
nerd se le ocurrió ponerle algo de picante a la campaña y fabricó a punta de
corte y pegue unos spots comparando a estos caimanes con Chávez y han
salido absolutamente trasquilados.
No, no, no. No hay comparación entre los 2 candidatos con
nadie: ambos 2, mutuamente, (como decía un jodedor) son más malos que el arroz
de a real. Y rebuznan parejo.

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