Orlando
Ugueto
Pareciera
que con la pésima prestación del servicio y del visible deterioro
de las instalaciones del Metro de Caracas, se pretende neurotizar a
los usuarios con el objetivo de culpar y responsabilizar al Gobierno
que preside Nicolás Maduro.
Soy
de los convencidos que lo que ocurre en ese importante y vital
sistema de transporte de los caraqueños y de las zonas periféricas,
no es casualidad, ni obedece -como quiere hacerse ver- a “un
deterioro natural, (…) y por falta de mantenimiento y de recursos”,
como me argumentó un operador del sistema en días recientes.
Si
bien puede comprenderse que haya problemas por el desgaste natural de
un servicio de más de 30 años, tampoco es comprensible que los
mismos problemas, fallas e irregularidades de todo tipo, se estén
presentado simultáneamente en líneas relativamente nuevas como las
3 y 4 (Los Teques y La Rinconada), e inclusive tanto o más
acentuadas que en las Líneas 1 y 2 (Propatria y Caricuao), las más
antiguas de todas. El señalado pésimo desempeño es extensivo al
servicio de Metrobus.
Personalmente,
-y asimismo un sinnúmero de personas usuarios y conocedores del
sistema por muchos años- creemos que gran parte del caos que
presenta el servicio, sobre todo los últimos 3 años, -y
particularmente 2016- forma parte de un plan, un saboteo programado,
una arista más de la guerra política contra el Gobierno Bolivariano
que preside Nicolás Maduro, con el único objetivo de derrocarlo.
No
dudo en calificar este saboteo, como criminal y sádico para con el
pueblo, pues no es lo mismo conocer mediante la lectura de una nota
como esta lo que pasa dentro del sistema; que vivirlo a diario y en
carne propia. Es un recorrido tortuoso, denigrante de la condición
humana. Asfixiante, desesperante. No hay palabras para describirlo.
No
dudo en calificar a muchos de los directores, coordinadores y
operarios del Metro de Caracas, causantes de esta inhumana situación,
como sádicos e insensibles,
pues tienen enfermos y neurotizados a los usuarios con la pésima
prestación del servicio.
Ahora
es común ver gente, -sobre todo niños y adultos mayores- a cada
momento desmayada por el excesivo calor y el congestionamiento de los
vagones, a la vez que han aumentado los arrollamientos y muertes por
intento de suicidio.
Entre
muchas de las causales que provocan malestar a los pasajeros podemos
citar: las largas esperas en los andenes principales hasta
atiborrarse, demoras de los trenes para partir, vagones full sin aire
acondicionado y con aire normal al mínimo, detenciones bruscas y
constantes durante el recorrido, extraña paralización y
funcionamiento, -a capricho de los operadores- de muchas escaleras
eléctricas en la mayoría de las estaciones, y acceso libre sin
control de las puertas preferenciales en las áreas de torniquetes
(servicio gratis).
Regularmente
embarcan y desembarcan pasajeros en las horas pico por el mismo
andén, creando un pandemónium y por consiguiente irritabilidad en
los pasajeros; aumento y permisibilidad de la mendicidad y la
buhonería, con la manifiesta indiferencia de los operadores dentro
de las casetas donde están más pendientes del chat celular y la
tertulia que en prestar un mejor servicio. Asimismo se observa
indiferencia ante los abusos y delitos que ocurren en el sistema y
maltrato y descortesía del personal para con los pasajeros.
Reitero
que nada de esto es casualidad, esto tiene una causalidad política.
Y nos preguntamos: ¿dónde están los directivos del sindicato
(SINTRAMEC) y los trabajadores chavistas del Metro? ¿Qué hacen en
función de la responsabilidad y la ética de sus propios afiliados,
y del bienestar de los usuarios a quienes tienen el deber de
prestarle un servicio digno y de calidad?
En
conclusión, pienso que el Metro de Caracas está de emergencia y
debe ser intervenido y saneado inmediatamente por el Gobierno
Nacional.

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