Alí Ramón Rojas Olaya
Entre los éxitos del músico popular colombiano Antolín Lenes
(1924-1976); autor de “El polvorete”, “Sonia”, “Ciénaga de
oro” y “La vuelta de Pello”; hay uno dedicado a un parrandero
venezolano cuya letra dice: “Si quieres una cerveza, un trago de
vino y otro de anís, por eso no te preocupes que eso lo paga Roberto
Ruiz”.
Sobre este singular personaje, nacido en Curiepe el 26 de octubre de
1923, cuenta Luis Alfonso Ramírez “El pollo guarachero”: “mi
querido viejo era un hombre bonachón y de gran corazón que le dejó
sus hijos a la Patria, entre ellos, a mi hermano Roberto Ruiz,
excelente músico caraqueño”.
El estadio de béisbol de Higuerote lleva su nombre porque en su rol
de promotor deportivo viajó a Caracas en varias oportunidades para
dotar de guantes, pelotas y bates a los muchachos del lugar.
La telegrafía nace en Venezuela el 29 de mayo de 1856 bajo la
presidencia de José Tadeo Monagas.
Roberto Ruiz se encuentra en la lista de los más connotados
telegrafistas venezolanos: Alfredo Damirón, Víctor Blanco, Dionisio
Guánchez, Federico León, Francisco Manás, Héctor Dupuy, Gerardo
M. Borges y Emilio Vicente Valarino (alumnos de los estadounidenses
fundadores), Ramón Pimentel Piñango, Osman Pimentel Aponte, Luis
Rafael Pimentel Martínez y Pedro Roberto Ruiz, su papá, quien le
enseña el oficio.
Roberto Ruiz culminó la primaria en Monte Carmelo, estado Trujillo.
En Barcelona, estado Anzoátegui consigue su primer trabajo como
telegrafista. Luego trabaja en Cumaná y Carúpano, estado Sucre.
Aquí conoce a Eunice Luigi con quien contrae nupcias en 1944. Se
trasladan a Caracas donde Ruiz trabaja en la oficina de telégrafos.
Pedro Roberto Ruiz le enseñó además a tocar violín. De la fusión
musical y laboral nace el grupo Morse, integrado por el guitarrista
Teodomiro Rivero, el pianista Antonio Betancourt, el flautista y
clarinetista Fenelón Sánchez, el cantante Antonio Ruiz, su hermano,
y él en el violín. Su amigo, el maestro margariteño Inocente
Carreño, admiró la dulzura con que ejecutaba este instrumento.
Para Roberto Ruiz la amistad era bastión de la vida, razón por la
cual abonó el afecto del cultor César Rengifo, del músico Eduardo
Serrano, del declamador Balbino Blanco Sánchez, del mandolinista
Rafael Ruiz, del guitarrista Arturo Terán, del contrabajista José
Quintero (padre del cantautor Frank Quintero), de su compadre y bajo
del Quinteto Contrapunto, Domingo Mendoza, entre muchos otros.
Roberto Ruiz es hermano de uno de los pioneros de la negritud en
Venezuela, Juan Pablo Sojo (1907-1948), autor de Nochebuena negra,
Los abuelos de color, etc., es tío del músico Leonel Ruiz y primo
del pedagogo curiepero Aristóbulo Istúriz. Forjó su grandeza en el
anonimato. Hizo de la calle trinchera y de la cotidianidad tribuna.
Los poderes creadores del pueblo tienen en él un ejemplo. Su vida es
muestra de que “una revolución para que sea irreversible debe ser
cultural”. Quiso hacer de una Venezuela entregada al imperialismo
yanqui una tierra libre, como lo hiciera el barloventeño Guillermo
Ribas entre 1769 y 1771 en el Cumbe de Ocoyta.
A mediados de los años cuarenta Roberto Ruiz se inscribe en el
Partido Comunista de Venezuela donde le asignan tareas de
comunicación y formación política. Trabajó en el Instituto de
Comercio Exterior y como operador en la agencia de noticias china
Xinhua y en la Agencia de Telégrafos de la Unión Soviética (Tass,
por siglas en ruso), acá bajo la supervisión de Servando García
Ponce. En la Compañía Anónima Venezolana de Navegación
(1947-1957) navegó por todo el mundo en su rol de radiotelegrafista.
Estando en Colombia conoce a varios músicos, entre ellos Pacho Galán
y Antolín Lenes.
Cuando estaba allí él sentía que estaba en la
Colombia bolivariana que fundara Simón Bolívar el 17 de diciembre
de 1819 en Angostura. Fue tal su pasión y amistad con creadores del
pueblo que Lenes le tributa el porro homónimo que grabarían, además
de Antolín Lenes y su conjunto, La sonora Cordobesa, Pedro Laza y
sus Pelayeros, los grupos mexicanos norteños Los huracanes del norte
y Los líricos de Terán. En Venezuela lo graba la Billo’s Caracas
Boys en 1976 con la voz del debutante Oswaldo Delgado.
De nuevo en Venezuela, trabaja en 1957 en Caracas en el servicio de
telégrafos de Venezuela que quedaba en la esquina de Santa Capilla.
Allí desarrolla una intensa actividad sindical convirtiéndose en
Presidente de la Federación Venezolana de Telegrafistas. Funda en
esa época la Casa del Telegrafista de la que también asume la
presidencia por muchos años. Sufrió allanamientos y torturas de la
Digepol durante el gobierno de Rómulo Betancourt.
En una ocasión le contó a su hijo Roberto Ruiz, músico y
odontólogo y uno de los directores de la Red Bolivariana de Coros
Hugo Chávez, “el violín fue muchas veces excusa para realizar
actividades políticas, lo cual me trajo problemas en el matrimonio,
ya que para mi esposa yo siempre estaba parrandeando”.
Murió a los 57 años el 28 de enero de 1981. Hoy, cuando alguien
tararee en algún lugar de la patria el porro que dice: “Cuando
llega a la parranda todos lo miran nadie lo tacha, se llama Roberto
Ruiz, el preferido de las muchachas”, levantémonos y clamemos:
¡Honor y gloria, camarada!

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